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Sofía tenía 23 años cuando empezó el maltrato físico de su pareja. Fue tres años después de haber dejado su hogar en la República Dominicana para una nueva vida en Filadelfia.
Estaba embarazada cuando él la golpeó por primera vez, y luego se fue.
“Empezó con abusos emocionales y económicos. No reveló que había estado en la cárcel antes de conocerse”, cuenta Sofía. “Intenté suicidarme. Me dejó sola durante semanas sin comida ni dinero”.
Sofía, quien pidió que no se revelara su nombre, es una de los más de 10 millones de personas en los EE.UU. que sufren la realidad de la violencia doméstica.
Entre las latinas en el área de Filadelfia, especialmente las inmigrantes que pueden temer a la policía o la deportación, y enfrentan barreras culturales y de idioma, se cree que este tipo de abuso prácticamente no se denuncia.
En EE.UU., el 42% de las mujeres hispanas (y el 47% de las mujeres en general) en los EE.UU. informan haber sufrido violencia física, violencia sexual o acoso, según la CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades). En Pensilvania, 1 de cada 4 mujeres y 1 de cada 7 hombres sufren violencia física grave por parte de su pareja. Y en Filadelfia, la violencia doméstica se junta con altos niveles de pobreza, falta de vivienda e inestabilidad laboral que limitan significativamente la capacidad de los sobrevivientes para escapar del abuso, según el grupo de defensa local Women Against Abuse.
En la comunidad latina de Filadelfia, barreras como los roles tradicionales de género, las religiones que desalientan el divorcio y la pérdida de la comunidad al huir impiden que las personas busquen ayuda, según las organizaciones locales sin fines de lucro dedicadas a la violencia doméstica. La falta de recursos para el cuidado de los niños y el transporte público también puede dificultar la denuncia de estas violaciones.
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El miedo a la deportación también suele ser aprovechado por los maltratadores que ya son ciudadanos, afirma Lauren Duff, directora de comunicaciones de la PA Coalition Against Domestic Violence (Coalición contra la violencia doméstica de Pensilvania). También está el fantasma de que Child Protective Services (Servicios de Protección Infantil) puedan venir y llevarse los niños.[Los abusadores] pueden usar a los niños para manipular a sus víctimas”, le dijo Duff a Billy Penn.
Este fue el caso de Sofía, que dijo tener un estatus legal mixto, lo que también le dificulta conseguir un trabajo que pagara lo suficiente para mantener a su hijo ella sola.
Cuando su pareja la estranguló, ella no llamó a la policía porque “él le pidió perdón”, dijo.
Luego empezó a violarla, cuenta Sofía. “Aún así, no llamé a la policía. Tenía miedo. Nunca pude llamar a la policía porque estaba amenazada por su familia. Nadie llamó a la policía”.
Servicios de traducción automática, autoridades que no hablan tu idioma.
Si eres una inmigrante latina víctima de violencia doméstica y por fin te atreves a llamar a una línea de atención telefónica, es muy posible que te encuentres con que no hay nadie disponible que hable español. En su lugar, te dirán que permanezcas en la línea para conectarte con un servicio de traducción de idiomas.
Un servicio telefónico utilizado por las agencias municipales de Filadelfia es LanguageLine Solutions. Usuarios y defensores lo describen como “un parche”: es impersonal e incapaz de reconocer las señales sociales y culturales.
“LanguageLine no es eficaz”, afirma Claudia Leiva, asesora bilingüe de Women In Transition (Mujeres en Transición), “Imagínate decírselo a una persona que ni siquiera te conoce. ¿Cómo desarrollar la empatía? Tienes que entender el contexto cultural”, dijo. “Eso es tan impersonal y tan cruel”.
Joanna Otero-Cruz, directora ejecutiva de Women Against Abuse (Mujeres contra el Maltrato), se hizo eco de la misma idea. “Si puedo hablar su idioma en el primer saludo, doy una sensación de bienvenida”, dijo Otero-Cruz.
Si una víctima de violencia doméstica que habla español llama a la policía para iniciar el proceso legal de obtener una orden de protección contra el abuso (como una orden de restricción), los recursos para ayudarlos a entender sus derechos y responsabilidades no siempre están disponibles, dijo Kira Bellolio, directora del programa de Family Wellness Department (Departamento de Bienestar Familiar) de Congreso de Latinos Unidos, una organización sin fines de lucro de Filadelfia con 46 años, que entre muchas otras cosas, brinda apoyo a los sobrevivientes que buscan la independencia económica, física y emocional.
“Veíamos que el traductor en el juzgado no estaba accesible,” le dijo Bellolio a Billy Penn. “O al hacer una denuncia policial teníamos que acompañar a los sobrevivientes [para traducirles]”.

A veces, las víctimas que no hablan inglés pueden ser pasadas por alto por la policía, dijo Susan Pearlstein, de Family Law Unit (Unidad de Derecho de Familia) de Filadelfia .
“Un oficial sale y habla con el agresor, porque la víctima no habla el idioma”, dijo Pearlstein. “No llaman a un intérprete y hablan directamente con el maltratador”.
Si la policía tarda horas en llegar al lugar de los hechos, dijo Pearlstein, la víctima puede tener miedo de lo que podría implicar la denuncia. “Una vez que has pasado por el sistema, muchas personas se dan cuenta de lo difícil que es y no quieren pasar por él”, dijo. Es realmente difícil para los sobrevivientes de violencia doméstica y agresión sexual, y peor para las personas indocumentadas o que no hablan inglés”.
La policía de Filadelfia está entrenada en enfoques culturalmente apropiados, dijo el portavoz del PPD (Departamento de Policía de Filadelfia), Ofc. Eric McLaurin, y la política del departamento señala que cuando los oficiales llegan a una llamada de violencia doméstica, deben proporcionar un aviso de derechos en español a los hispanohablantes.
Sin embargo, Leiva, de Women in Transition (Mujeres en Transición) dijo que ha encontrado que la policía a menudo no está bien instruido en el contexto cultural de la comunidad latina.
“Puedes aconsejar a una mujer que está pasando por violencia doméstica”, dijo Leiva. “Pero si no se siente segura con la policía, ¿cómo la animas a hacer planes de seguridad?”.
El apoyo comunitario en comida y vivienda puede ser clave
Sofía y su primogénito finalmente pudieron dejar a su abusador en 2009, con la ayuda del Congreso de Latinos Unidos.
“Hablaban español. Necesitaba contar mi historia”, dijo. Una asistente le preguntó si quería presentar una orden de protección contra el abuso y, en ese momento, ella se negó. “Estaba aterrorizada” dijo.
La organización volvió a estar a su lado en el 2020, cuando dio a luz a su segundo hijo. “Congreso me dio comida”, dice Sofía. “Congreso me remitió a HIAS Y HIAS me proporcionó asistencia para la vivienda y ayuda legal”.
La vivienda para una víctima de violencia doméstica puede marcar la diferencia en la supervivencia, dicen los expertos. Sin acceso a una vivienda asequible, las víctimas pueden sentir la necesidad de volver con su agresor, según un informe de 2019 del PA Dept. of Health (el Departamento de Salud de Pensilvania, que calificó la vivienda como “la necesidad insatisfecha número uno entre los sobrevivientes de abuso doméstico”.
Esto es especialmente cierto para los inmigrantes latinos que aún están indocumentados.
“Las opciones de vivienda definitiva disponibles a través de la ciudad y el gobierno tienen muchos requisitos en torno a la documentación que no es específica para los latinos”, dijo Bellolio, director del programa de Congreso, y agregó que algunos abusadores practican el abuso financiero y pueden limitar el acceso a los registros y documentos necesarios. Si a esto le añadimos la barrera del idioma, la cosa se complica aún más”.
Sofía acabó solicitando sus papeles de residencia a través de la ley Violence Against Women Act (VAWA) (Ley de Violencia contra la Mujer) que brinda un camino a la ciudadanía para las víctimas de agresión o crueldad extrema cometida por un ciudadano estadounidense u otras personas relacionadas.
Sin embargo, a Sofía se le concedió un permiso de trabajo limitado y aún enfrenta inestabilidad legal.
Le preocupa quién cuidaría de sus hijos durante las horas de trabajo, por lo que organizaciones sin fines de lucro como Congreso, HIAS y Women In Transition les brindan asistencia financiera para el alquiler y asesoramiento.
Recursos para hispanohablantes que sufren de violencia doméstica en Filadelfia
Si se encuentra en peligro físico inmediato, llame al 911
The Philadelphia Domestic Violence Hotline (Línea directa para la Violencia Doméstica de Filadelfia: 1-866-723-3014
- A partnership between the Lutheran Settlement House, Congreso de Latinos Unidos, Women Against Abuse, and Women in Transition
Women in Transition (Mujeres en Transición):
- Asesoramiento: Llame a LifeLine (215-751-1111), disponible de lunes a viernes de 9 a.m. a 5 p.m.
- Asesoramiento telefónico gratuito y confidencial y respuestas por correo electrónico en witservices@helpwomen.org
- Servicios Legales: Domestic Violence Initiative (Iniciativa Contra la Violencia) por teléfono (215-832-0900) o por correo electrónico dvinitiative@hiaspa.org
- HIAS puede ayudar brindando servicios legales para visados U visas, T visas, autorización de trabajo para sobrevivientes de violencia doméstica y otros programas.
Women Against Abuse (Mujeres contra el abuso)
- Refugios: Llame a 866-723-3014 para obtener información
Pennsylvania Coalition Against Domestic Violence (Coalición de Pensilvania contra la Violencia Doméstica)
- Línea de ayuda legal: PA Safe Law puede llamar a 1-833-727-2335 disponible de Lunes-Viernes
de 8:30 a.m. a 4:30 p.m.
- Servicios: Orientación general, información sobre el proceso legal, formularios, recursos y referencias.
- Asesoramiento: Llame a 215-763- 8870 ext. 1
Philadelphia Legal Assistance (Asistencia Legal de Filadelfia)
- Servicios Legales: Family Law Hotline (Línea directa de Derecho Familiar al 215-981-3838 los Martes y Jueves
entre las 9:30 a.m. a 12 p.m.
Nationalities Service Center in Philadelphia (Centro de Servicio de Nacionalidades en Filadelfia)
- Servicios legales, apoyo de vivienda, servicios de salud mental: comuníquese con la gerente de proyecto Cathy Jeong a cjeong@nscphila.org para una evaluación de elegibilidad